Esa voz interior de mi alma me decía que podía tener una vida con mayor significado, encontrar cuales eran mis dones, talentos y mi misión de vida y ahí empezó mi búsqueda.
No sabía ni qué quería hacer ni adónde iba a ir sólo tenía claro que quería estar en contacto con la naturaleza y en total libertad, así qué decidí comprarme una furgoneta, una ambulancia del País Vasco, ya tenía casa con ruedas, emprendí mi viaje hacia Francia y en la frontera me paré a adoptar a una perrita, Luma mi gran compañera de aventuras. Aventuras que se alargaron durante 4 años, trabajando en el campo, recolectando los frutos de las diferentes temporadas por las regiones de Francia. Y entre un trabajo y otro colaborando en diferentes proyectos de permacultura por Europa para llevar un estilo de vida más consciente aprendiendo de bioconstrucción, huerto ecológico, plantas medicinales, energías renovables…
La permacultura se centra en trabajar con la naturaleza en lugar de contra ella, con el objetivo de crear sistemas que sean ecológicamente sostenibles, económicamente viables y socialmente justos.
Ahí me di cuenta de la importancia de la conexión con la madre tierra, ella con su gran generosidad nos da todo lo que necesitamos para estar sanos y felices, sólo debemos de cuidarla cómo nuestra madre tierra que es.
Mi intuición me llevaba a cruzar el charco a la escuela de permacultura de Argentina ecovilla Gaia, me hablaron maravillas de ese lugar, mi plan ahorrar trabajando de óptico en Cataluña y tomar mi vuelo la noche de San Juan del año 2017, lo qué yo no sabía es que mi gran maestra de vida mi hija Alaia me había elegido para ser su mamá y nacería un 26 de enero del 2017, con lo que todo se paró para recibir al gran amor de mi vida.
En mis meses de embarazo que siendo consciente fueron muy pocos, pues me habían dicho que no podía ser mamá, y tardé tiempo en darme cuenta me centré en buscar por un lado un trabajo estable y con buenas condiciones laborales y por otro lado un hogar esta vez sin ruedas donde poder disfrutar de mi maternidad en un entorno tranquilo, y cómo tenía un deseo ardiente de conseguirlo tardé muy poco tiempo en encontrarlo, en un pequeño pueblo de Cataluña frontera con Francia, necesitaban ópticos que supieran hablar francés, tenían muchas dificultades para encontrar y allí aparecí yo y Alaia en mi pequeña barriga de casi 6 meses de embarazo.
Cuando nació Alaia me sentía la mujer más feliz del mundo, estaba completamente enamorada de mi pequeña hija disfruté tanto de cada minuto de su existencia, de las largas noches de lactancia, de su olor, su carita, su piel, estuvimos lo que duró la baja maternal piel con piel las 24 h al día los 7 días de la semana, así que imaginaros que pasó cuando tuve que volver al trabajo, los peores días de mi vida, ella se quedaba en un jardín de infancia llorando y yo llorando al otro lado, aguanté muy poco tiempo así y decidí dejar el trabajo.
Encontramos una casita en un pueblo que parecía de Heidy en la Garrotxa, y allá nos fuimos, allí estuve trabajando es diferentes lugares dónde me podía llevar a Alaia, era bastante complicado el sostener una familia monomaternal, entonces vendí mi furgoneta y volvimos a Galicia para rehacer nuestra vida con la ayuda de mi familia y este gran cambio supuso una enfermedad emocional en la piel de mi pequeña, siendo ella mi gran maestra que me llevó a descubrir el poder de la aromaterapia cómo alternativa a la solución espeluznante de la medicina convencional.
Ahí comenzó mi búsqueda en cómo obtener aceites esenciales de calidad y cómo aprender a utilizarlos de manera segura, tengo que reconocer que me sentí un poco perdida la información que encontraba era contradictoria, no encontraba una base sólida científica y los aceites esenciales que iba comprando en diferentes herboristería que decían ser puros unos nos hacían bien y otros todo lo contrario, estuve a punto de tirar la toalla pero algo en mi interior me decía que tenía qué existir alguna empresa transparente y sería en el mundo de la aromaterapia y así fue me apunté a un curso online por internet dónde descubrí Doterra, me compré mi boquín de inicio y ahí empezó mi gran aventura.
Al poco tiempo de pisar tierras gallegas mi madrina me animó un día a salir de fiesta, no me apetecía nada desde mi maternidad mis ganas de juerga se habían esfumado por completo, pero ella insistió tanto en que me vendría bien desconectar , conocer gente, bailar… me enteré de que había unos conciertos en un pueblo cercano y allá nos fuimos mi hermana y yo, ahí estaba yo delante de todo bailando como una loca en su primer día de fiesta y conocí a la persona con la mirada más pura y noble que había visto en mi vida, a pesar de que ninguno de los dos estaba abierto a comenzar una relación surgió la magia, y con ella nos dejamos llevar por nuestro corazón y el amor la fuerza más grande del universo nos sumergió en una relación llena de valores, de amor, de cariño y respeto cómo nunca había experimentado y pasado el tiempo nuestra pequeña Gaila nos elegiría para completar nuestra gran familia de la que me siento muy feliz, agradecida y mi motor para cada día sacar mi mejor versión.